Di Benedetto está desnudo. Solo la barba blanca y dispareja le cubre la cara, ni los gruesos anteojos de carey le dejaron. Lo apuntan ocho fusiles de asalto FN FAL, semiautomáticos, fabricados en Rosario. Di Benedetto está en los huesos, la piel reseca por el frío, y solo piensa en su rostro, en la desfiguración del rostro, la frente partida, la mandíbula colgando.Lo van a matar, dentro de unos segundos el escuadrón de muchachos argentinos recibirá la orden y Di Benedetto caerá desplomado sobre la arenil...
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